Y venos aquí, tratando de encontrarnos entre un montón de palabras.
Vos me buscas entre significados, impaciente por llegar al final y conocer una verdad que siempre no existe, que me la cambio todos los días, realidades que inventamos para sentirnos cerca. A través de una caricia, de un gemido, de otro montón de palabras.
¿No estas cansado ya de tenernos solo en versos? Yo sí.
En las madrugadas, cuando mi cama se hace enorme, mis ojos ven con más claridad la absurda sombra que imita a tu silueta, espacio que tu cuerpo no llena, pero en mi mente, me tenés entera. Dándole vueltas a las sábanas, un mundo cálido e impaciente.
Te invito, te invoco. Adentro de mis sábanas tu piel es más suave y tu mirada más clara.
Que no diera mi piel por sentirte cerca, por tener tus manos jalando mi pelo mientras tu boca pasea conociendo recovecos. Tus caderas que encajan perfectamente entre mis piernas, tu aliento, tu respiración erizando cada uno de mis poros. Tus dedos desconectándome del mundo, tu espalda desgarrada.
Sentir cada nervio alterarse, todo mi cuerpo te busca. Nos bañamos en sudor mientras mis labios muerden despacio y fuerte los tuyos, nunca has tenido suspiros más cercanos y constantes que los míos.
Jugamos entre risas, entre silencios gritados en los que nunca te escucho, porque no me das respuestas. Y si alguna vez me las das, son las incorrectas.
Te intriga conocerme como soy cuando quiero realmente. No quiero convencerme que mi luz es muy fuerte y que no te querrás subir a la copa del árbol. Sé que abajo hay raíces y otra luz ya ilumina tus momentos grises y tus miradas perdidas. Pero mi luz, la mía no la apagues, no dejes que se extinga. Yo te regalo la magia, lo nuevo, lo desconocido.
Yo meto el mar entero en el cielo de tu boca, pinto el cielo acorde a tu cintura. Yo no espero llenar ese vacío que llevas dentro, yo voy a crear uno nuevo, pero no de los que duelen. Hacernos compañía, intercambiarnos fantasmas, hablarnos por besos.
Dejáme saborear tu piel de nutella, sumergirme en el profundo océano de tus abrazos… Tus abrazos… Unos brazos largos y unas manos fuertes, así te recuerdo, tus abrazos mágicos, tus abrazos malvados.
Tu picardía que juega con mis ganas, tus tres yo, el tercero que me dejas ver, el tercero que tiene miedo.
No pretendo entrar en tu caja, lo que yo quiero es que salgas de ella y conozcas otras cosas que solo en mis ojos vas a ver. No le pongas nombre, aquí no existe el tiempo. Allá, cuando regreses los pingüinos te esperan.
Lo que yo te ofrezco son un par de alas y un viento nuevo, porque contigo ya entendí que solo funciona eso de inventarme nuevas formas de quererte todos los días. Es mi presencia la que te hará tocar lo más sublime del universo y lo más candente del infiero con la lengua, el dulce sabor de nuestra saliva combinada, el placer de jugar con los pecados.
Y no te pido, nada que no querrás darme. Quizá solo que me dejes matarte a orgasmos y sueños coloreados. Que hagamos el amor con música de fondo… tu sonrisa maliciosa.
Es a esta hora cuando más te recuerdo, cuando estoy desnuda en cuerpo y alma bajo el agua. Para luego salir y quedarme dormida así por si, en una de esas noches, por fin vengás a buscarme.