martes, 13 de diciembre de 2011

A un océano de distancia

Pasamos más de 200 días inventándonos las caras, dibujadas en palabras y en historias que nunca escuchamos contarnos.
Noches de imaginarte despertar en mi almohada
Silencios que tenían tu respiración sin sentir el aire
Ciudades con fantasmas que nunca serían los mismos
Amores, bocas y cuerpos ajenos por querer que fuera el tuyo el que no estaba a destiempo.
Un océano que no cruzaste por buscar mis brazos
Pero que yo nadé por ver si eras real.
Real no, pero si verdadero.
Un océano después estabas aquí, a no muchos kilómetros de encontrarnos.
Pero seguís estando lejos.
Y aunque ahora podés estar en cualquier de mis calles
En los autos que van a mi lado
Podés estar ahí, a tres palabras suficientes para que vengas por mi.
Para olvidar un protocolo porque un desorden de sábanas frías nos están esperando.
Pensar que ya se acabo el tiempo, que ahora todo es cuenta regresiva
Que mi piel sabe que sentirá tus dedos.
Que ya no estás a un océano de distancia.

El Buki y su navidad sin ti.

LLEGUE al bar, sola, con el maquillaje intacto y mi falda larga. Hacía frío, mi cuerpo temblaba. Quieta -Me dije- esta noche no habrán brazos de abrigos.

Pedí una cerveza, encendí un cigarrillo. El ambiente era triste, solo el cantinero reía. Al fondo del cuarto una mesa y varias sillas vacías. Un hombre jugaba con sus canas, su traje negro mostraba huellas de manos que tocaron pero no sintieron.

La música norteña era fuerte, me puso de malas. ¡Pónganme un blues! -Grite- todos voltearon pero nadie escuchó.
El acordeón por fin calló. El hombre del fondo destapaba su botella, los murmullos eran reclamos.

Terminaba mi cerveza y la grabadora cantaba que la navidad llegaba y estaba sin ti. Después del coro algunas parejas bailaban, yo observé que solo fue necesaria una canción de El Buki y una botella de ron para que este hombre de ojos cansados llorará todos sus años de silencio

No (s) dijimos adiós

Me había detenido a mirar por sus ojos. No regresamos a casa, la piel cansada, la boca entre abierta, los besos resecos.
El camino de regreso lo construimos en silencio.

Faltaba poco para que saliera el sol,
El árbol frente a la ventana bailaba como siempre. Esta vez no supe llevarle el paso.

- ¿Te has puesto a pensar en los mundos que no conocemos? - Pregunte.

Me contesto tomando mis dedos, no escuché palabras.
No hubo canción de despedida, solo nos quedará un vergonzoso recuerdo de ganas dormidas.

lunes, 20 de junio de 2011

No estoy llorando, pero quisiera.

Que falta me hace llorar.
Llorar hasta volvernos mar, gotas de sal para ponerle el saborcito al dolor.
Que falta me hace llorar.
De ahí, de volvernos humanos hechos agua, de navegar.
Palabras y besos no dados que se vuelven nudos en la garganta.

El silecio se vuelve sollozos.
Que falta me hace llorar.
Mi rostro no conoce de húmedad y no es que adentro este seco
Es que se me olvido como se hace.
“Tal vez ya las gasté todas” repitiendo eso tres veces, se vuelve autoconsuelo.

Pero todo se queda en expresiones tristes y ojos aguados.

Microcuento, para vos.

Él le pide un beso con la mirada.

Ella lo besa con tanta pasión y ternura que,
en un abrir y cerrar de ojos,
les entro la madrugada.

domingo, 12 de junio de 2011

Tan cerca que ni nos vimos.

Lo que un día quise.
Eso que vos traías tatuado en los ojos.
Todo.

Pero la tinta no te dejo verme.
Y nos perdimos.
Nos perdimos sin saber que lo haciamos.
Sin nunca tenernos.

lunes, 30 de mayo de 2011

Y, aún no pasa nada con la llave.

No quiso tener puertas que cerrar. Nunca abrío esta.
Ya paso mucho tiempo abierta, tanto que el frío refrescante que
se colaba por ella dejo de refrescarla para helarla.

Helarle las ganas y dormirle la confianza.

Un ventana sin cortinas, así andaba por un mundo al que se le
extinguio el único espectador que quedaba. El único que ella queria.
No había más.

Aseguro bien la llave, aquí, atesorada entre sus manos.
Esta vez iba ser más largo el viaje y como siempre, iba sola.
Por convicción. Porque ya no estaba, porque quedarse ya no era
opción.

No caminó.

Se detuvo y escalo un árbol. Allá arriba respiro otro aire,
saludo a un nuevo sol. La luna era la misma, triste y despampanante.
Sus pies olvidaron caminar por senderos compartidos.

Decidío solamente quedarse con ellos, los que siempre estuvieron.

Y así, ya nunca volvío hablar de esto. Al menos no con palabras.
¿Para que explicar con palabras lo que no se entendío con miradas?

Ojalá regresará, dijo un eco.

Eco de sus deseos que no existieron. Ecos de intenciones que
quedaron en recuerdo.

Recuerdos que no son suyos, de besos dados al viento.
De abrazos que no encajaron. Un viaje a medias.

domingo, 15 de mayo de 2011

¿Querés un café?

Voy a salir vestida de valentía para toparme contigo accidentalmente planeado.
No vas a saber que fue mi idea hacer coincidir al distino con tus pasos al ritmo de los míos.
Llevarme una mirada segura y una sonrisa candente en el bolsillo y usarlas cuando estes muy cerca.

¿Querés un café?
Voy a invitarte y después hacerte el amor, una y otra vez hasta que se acabe la madrugada.
O se acaba o la hacemos eterna.

Eternidad mal utilizada en palabras que no dicen ni la mitad de lo que llevo en el alma.

Suspirar y seguir caminando hasta verte escondido en alguna esquina de la calle, me estas esperando, pero aún no lo sabes.

¿Querés un café?
Es fácil decirlo, te voy a tomar de la mano y ahí sabrás que no querés soltarme.
Café negro, como mis intenciones.

El sol de media tarde será el testigo, nuestras bocas se encuentran siempre en mis sueños, sé que también has sentido ese fuego que grita mi nombre, lo apagas con fantasmas. Pero la llama es loca,loca como yo por subir al final del mundo en tus caderas.

¿Querés un café?
Tranquila, estoy ensayando. Aún me faltan algunos pasos y ya te siento cerca.
Un solo roce de piel para que te quedes atrapado, hoy vas desear mis dedos en tu espalda, mi historia contada en tus palabras, cuando sea una ilusión que siempre se acaba.

Ver sin ver nada. Tranquila, despreocupada. Adentro no está pasando mucho, solo sos vos, jugandoa vivir y perderte. De ser perdición, que sea la de tu razón entre mis sábanas.

¿Querés un café?
Y seguramente una canción nos acompaña. No voy a hacer más que quedarme construyendote unas alas pero quedate con las tuyas propias. Las mías solo serán para fantasías que aún cumplidas no se acaban.
Me queda cuadra y media de camino, ya escucho tus silencios, ya tu aire lo suspiro.

Deberías darte cuenta ya que querés enamorarme, deberías... El tiempo se derrite entre mis piernas y paciencias, date prisa que ya me duele disimularte.

Ya te vi, estas esperando el milagro. De ser para ti, epifanía deseada, pasión inadvertida y descontrolada.
Me miras de lejos, tu sonrisas ladeada me deja saber que ya te comiste mis ansias.

De cuando solo son dos pasos los que nos separan pero nuestras ganas desde hace mucho duermen juntas, desnudas. Siempre juntas, pero solas.

Bueno estar aqui, comiendote a besos sin saber a que sabe tu boca. Estoy esperando.
Tocaste mi mano, me volvi toda orillas y voy a saltar, abajo estas vos, recibiéndome con brazos abiertos.

¿Querés un café?

*SILENCIO*

viernes, 4 de febrero de 2011

...Y con esto viene el temblor de tu cuerpo

Y venos aquí, tratando de encontrarnos entre un montón de palabras.
Vos me buscas entre significados, impaciente por llegar al final y conocer una verdad que siempre no existe, que me la cambio todos los días, realidades que inventamos para sentirnos cerca. A través de una caricia, de un gemido, de otro montón de palabras.

¿No estas cansado ya de tenernos solo en versos? Yo sí.

En las madrugadas, cuando mi cama se hace enorme, mis ojos ven con más claridad la absurda sombra que imita a tu silueta, espacio que tu cuerpo no llena, pero en mi mente, me tenés entera. Dándole vueltas a las sábanas, un mundo cálido e impaciente.
Te invito, te invoco. Adentro de mis sábanas tu piel es más suave y tu mirada más clara.

Que no diera mi piel por sentirte cerca, por tener tus manos jalando mi pelo mientras tu boca pasea conociendo recovecos. Tus caderas que encajan perfectamente entre mis piernas, tu aliento, tu respiración erizando cada uno de mis poros. Tus dedos desconectándome del mundo, tu espalda desgarrada.

Sentir cada nervio alterarse, todo mi cuerpo te busca. Nos bañamos en sudor mientras mis labios muerden despacio y fuerte los tuyos, nunca has tenido suspiros más cercanos y constantes que los míos.

Jugamos entre risas, entre silencios gritados en los que nunca te escucho, porque no me das respuestas. Y si alguna vez me las das, son las incorrectas.

Te intriga conocerme como soy cuando quiero realmente. No quiero convencerme que mi luz es muy fuerte y que no te querrás subir a la copa del árbol. Sé que abajo hay raíces y otra luz ya ilumina tus momentos grises y tus miradas perdidas. Pero mi luz, la mía no la apagues, no dejes que se extinga. Yo te regalo la magia, lo nuevo, lo desconocido.

Yo meto el mar entero en el cielo de tu boca, pinto el cielo acorde a tu cintura. Yo no espero llenar ese vacío que llevas dentro, yo voy a crear uno nuevo, pero no de los que duelen. Hacernos compañía, intercambiarnos fantasmas, hablarnos por besos.
Dejáme saborear tu piel de nutella, sumergirme en el profundo océano de tus abrazos… Tus abrazos… Unos brazos largos y unas manos fuertes, así te recuerdo, tus abrazos mágicos, tus abrazos malvados.

Tu picardía que juega con mis ganas, tus tres yo, el tercero que me dejas ver, el tercero que tiene miedo.

No pretendo entrar en tu caja, lo que yo quiero es que salgas de ella y conozcas otras cosas que solo en mis ojos vas a ver. No le pongas nombre, aquí no existe el tiempo. Allá, cuando regreses los pingüinos te esperan.

Lo que yo te ofrezco son un par de alas y un viento nuevo, porque contigo ya entendí que solo funciona eso de inventarme nuevas formas de quererte todos los días. Es mi presencia la que te hará tocar lo más sublime del universo y lo más candente del infiero con la lengua, el dulce sabor de nuestra saliva combinada, el placer de jugar con los pecados.

Y no te pido, nada que no querrás darme. Quizá solo que me dejes matarte a orgasmos y sueños coloreados. Que hagamos el amor con música de fondo… tu sonrisa maliciosa.
Es a esta hora cuando más te recuerdo, cuando estoy desnuda en cuerpo y alma bajo el agua. Para luego salir y quedarme dormida así por si, en una de esas noches, por fin vengás a buscarme.

viernes, 14 de enero de 2011

Verde y desbocada.

Busco cualquier motivo, lugar, excusa para pensar en ti y traerte a mi en ausencia. Con tu andar despreocupado y tu pelo volando irradiando luz, transmitiendo paz. Tus ojos perdidos y tu mente divagando. A veces muy serio, a veces demasiado sonriente, no es suficiente.

Te traigo a mi... en ausencia y esta vez, de verdad, me asusto al encontrarme otra vez, inventàndote. Si no puedo esperar màs de dos vidas para pasear por aquel jardìn que adornan tus flores. Si el tiempo se me escurre entre los dedos y yo no lucho por detenerlo. Puedo seguir corriendo en esta espiral de la que al parecer, no quiero escapar y me encuentro perdida entre conjeturas, construyèndome un suelo firme donde puedo regresar a descansar.

Esta vez ya no se trata de un estado enamorado, de un corazòn roto o un quebrato de ilusiones. Es una bùsqueda incansable de encontrarte. Solo siento que hace tanto tiempo te perdì y no he logrado recuperarte. No sè si seguìs ahì, donde te dejè la ùltima vez. Salto y encuentro mi abismo; el que tanto me ha enseñado pero ya conoce demasiado. Quiero llegar al borde para encontrar uno nuevo y tal vez, solo asì, irme para no querer regresar.

Me llevo las manos llenas y el corazòn contento, el estòmago vacìo y la mirada agradecida. Me voy porque quiero extrañarte, para que me extrañes o al menos sintas mi huella, para que cuando te llame me respondàs con algo que no sea mi eco y mis làgrimas se aburran de verte y no quieran salir. y ahi es cuando rompes en silencio porque las palabras no alcanzan, cuando la soledad es tan complaciente que ya ni la sientes, tantas cosas que siempre espero explicar y justificar. Me invento las excusas y las disfrazo de miedo para no afrontarlas, venicendo obstàculos porque siempre encontramos el oro al final de todo

Te ofrezco crearte un mar para que lo cruces unas veces a pie y otras nadando, un mar que no es de agua y sal sino de sangre verde desbocada de un cuerpo que sale flotando, que solo le falta ser aire y desintegrarse, con millones de recuerdos que se esparcen por la superficie del universo que èl mismo ha contruido.
Contruido y destruido millones de veces.
Un cuerpo al que se le adjuntan pecados y placeres, almas y mentes. Este que tantas veces se ve al espejo y no se quiere, se niega y se hiere. Un cuerpo que tiene manos que cosen alas y prenden vientos, que no tiene problema en levantar vuelos, aunque estos lleguen tan lejos que, algùn dìa, deje de volar con ellos.