Me había detenido a mirar por sus ojos. No regresamos a casa, la piel cansada, la boca entre abierta, los besos resecos.
El camino de regreso lo construimos en silencio.
Faltaba poco para que saliera el sol,
El árbol frente a la ventana bailaba como siempre. Esta vez no supe llevarle el paso.
- ¿Te has puesto a pensar en los mundos que no conocemos? - Pregunte.
Me contesto tomando mis dedos, no escuché palabras.
No hubo canción de despedida, solo nos quedará un vergonzoso recuerdo de ganas dormidas.
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