No quiso tener puertas que cerrar. Nunca abrío esta.
Ya paso mucho tiempo abierta, tanto que el frío refrescante que
se colaba por ella dejo de refrescarla para helarla.
Helarle las ganas y dormirle la confianza.
Un ventana sin cortinas, así andaba por un mundo al que se le
extinguio el único espectador que quedaba. El único que ella queria.
No había más.
Aseguro bien la llave, aquí, atesorada entre sus manos.
Esta vez iba ser más largo el viaje y como siempre, iba sola.
Por convicción. Porque ya no estaba, porque quedarse ya no era
opción.
No caminó.
Se detuvo y escalo un árbol. Allá arriba respiro otro aire,
saludo a un nuevo sol. La luna era la misma, triste y despampanante.
Sus pies olvidaron caminar por senderos compartidos.
Decidío solamente quedarse con ellos, los que siempre estuvieron.
Y así, ya nunca volvío hablar de esto. Al menos no con palabras.
¿Para que explicar con palabras lo que no se entendío con miradas?
Ojalá regresará, dijo un eco.
Eco de sus deseos que no existieron. Ecos de intenciones que
quedaron en recuerdo.
Recuerdos que no son suyos, de besos dados al viento.
De abrazos que no encajaron. Un viaje a medias.
No hay comentarios:
Publicar un comentario