Me quedaba despierta en medio de mi cama, grande.
Sola, con un cielo aún oscuro donde no estaba la luna y el sol aún no llegaba.
Deje de necesitar un par de brazos extras.
Me volví fan de las mañanas frías.
DÍA 1:
La cocina está vacía, pisos limpios y agua pura.
No hay comida, hay café.
DÍA 2:
La regadera se arruino. Aprovecho los días calurosos para desperdiciar agua
en un burdo intento de ducharme en el patio.
Me gusta quedarme ahí, refugiada por un par de árboles, dejando que el sol
adore mi piel desnuda, agarrar un color tostado y olor a verano.
DÍA 3:
Las paredes de la casa dejan de colgar cuadros, las vuelvo blancas.
Esperan ansiosas un nuevo color, como mi sombra que espera una llegada.
No hay espejos, reflejos si. El teléfono esta tarde sonó dos veces,
no respondí.
DÍA 4:
Desde hace dos noches que ya no duermo en la cama,
no comparto almohadas con espantos ¿Tu sabes como es eso?
aprendí a contar el tiempo por canciones, aunque no las escuché.
Es mejor que tu silencio. El mío habla con la música,
no entiendo lo que dicen.
DÍA 5:
Abrí la ventana, alguien llamo a la puerta
"Son mis cuentas por pagar" supuse.
Mande a decir con la vecina que anunciara que no estaba, había salido
nadie sabía si volvía, estaba contigo, pero el de la puerta eras tú.
DÍA 6:
La vecina llego esta vez, traía con ella una carta, sin firma ni adiós.
"Esta vez no sé ira" me dijo que le dijo el muchacho.
-Niña, sus ojos están tristes- No supe si los de él o los míos.
No sé como luzco.
DÍA 7:
Solo han sido siete, parecen 107. Hoy salí al balcón,
llame la atención de un chico alto en patineta.
Saqué de una bolsita un cristal, pude verme. No soy yo.
Me vi otra vez, seguía siendo otra.
La tercera funciono, era yo y tu aparecías buscando a la que se
miraba en el primero.
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