domingo, 29 de agosto de 2010

Diciendo lo que estaba callando

Me encuentró otra vez pensándote, de repente esa canción viene a hacerme compañía y un par de gotas saldas abandonaron mis ojos. ¿Qué me pasa? ¿Por qué de repente te adueñaste de mi? ¿O es que nunca te fuiste? Tal vez ha llegado el momento de que seamos sinceros, al menos yo contigo.

Nunca te dije como acelerabas mi respiración y de los suspiros que provocabas, nunca te conté como le hablaba de ti a mi almohada y como revoloteabas constantemente en mis pensamientos, tal vez en algún momento del camino acaricie tus manos con palabras bonitas deseándote un lindo día, muchas veces te escuché quejarte de las cosas que no te gustan pero que sin embargo sigues sin cambiar, pero cuantas veces me guarde los impulsos de abrazarte y quedarme para cuidarte y amortiguar tus miedos, cuantas veces me quede callada cuando te quise decir te quiero.
Y no es un amor profundo ni fundamentado, solamente un cariño sincero y rápido que era imposible que no naciera ante semejante persona tan tierna.
Pero tuve tantísimo miedo a tus reacciones y respuestas, igual si lo hubiera hecho no te habrías quedado ¿O si? No, ambos sabemos la respuesta y es No. Un seco y frío NO. Pero era mi derecho arriesgarme por ti, hubiera… vuelvo a coleccionar hubieras que nunca ocurrieron y que no los haré ocurrir.

Pero lo cierto es que ahora lo único que tengo dentro de mi que te pertenece es una lista de cosas que siempre quise regalarte. Un montón de canciones y momentos que serían solo nuestros, alegrías y sonrisas bautizadas con tu nombre, enojos y silencios incomodos, pensamientos al azar con tu olor, caricias y respiraciones agitadas. Llamadas entrecortadas, ventas abiertas y una gran puerta con muchas adentro pero que logramos cerrarlas.
Que caso tiene venir a decirte todo esto ahorita, que soluciono yo con volver a pensar que otra vez volvió eso de lo que me estaba alejando. No me atrevo a causarte más problemas y a darte más cosas por las cuales sentirte mal y mucho menos hacerte parecer culpable.
Lo cierto es que necesito aceptar que, aunque no te pediré que volvas ni te haré regresar, te extraño.

Si, te extraño y ni te imaginas cuanto. Me había negado la oportunidad de estar triste y de decir a ciencia cierta que me dolio no poder seguir sosteniendo tu mano, pero ya no tiene sentido seguir callando, te extraño. Una y otra vez lo digo: Te extraño.
Y no te lo estoy dicendo a vos, aunque tal vez algún día llegues a ver esto, seguramente nisiquiera tendré una respuesta certera, pero necesito decirlo y que alguien me esuché, no sé si el cielo, la noche, Dios, la pared o el techo. No sé quien, pero lo estoy diciendo a gritos…

Quiero saber como estas, que te pasa, que me volvas a contar cosas que a nadie más se las decias, tus llamadas de insomnio a las 3 de la mañana, tu nombre brillando en anaranjado, decirte corazón y que te sonrojas… nuestras platicas en días de tormentas, tu voz desanimada y apagada, tu desgano y respuestas cortas. Tus dejos de cursilerías cuando nos depedíamos para empezar un nuevo día… creo que simplemente extraño el derecho de pensar en vos y recordarte a cualquier hora y sentirme parte de tu compañía. Y extraño el día que nunca llegara, el día en que porfin me dijerás que te quedarías, el dá en que te podría decir sin miedo que te quería.

Y lo vuelvo a decir una vez, solo para quedarme satisfecha: Te extraño. Y no, ya no más porque pensar en algo que no tiene arreglo es un desperdicio de tiempo y energía

No hay comentarios:

Publicar un comentario