Que diferencia de como desperté ese domingo al anterior...
Esta vez no desperté con los ojos hinchados y con el rostro salado de tanto llorar, hoy no me dolía el pecho ni me costaba respirar, no me sentía ajena a mi cuerpo, ni culpable de mis sentimientos de enojo y frustración. Ese mañana me sentía demasiado liviana pero te seguia pensando.
No hay comentarios:
Publicar un comentario