Y ahí fue cuando te vi con toda tu luz irradiando armonía y energía a través de la magia que se escurre por tus manos hasta llegar al aire y a mi piel cuando la tocas.
A veces de pie, a veces sentada. Siempre sola y como una espectadora, lejos y cerca. Y tú… tú dentro del cristal de tu escaparate. Te veo tan cálido y tierno, siempre adentro. Te veo mirarme, me estudias y analizas mis movimientos, creo que hasta has logrado meterte y explorar el abstracto mundo de mis pensamientos.
Pasó lento para quedarme con los recuerdos de esos momentos, efímeros y fríos que a veces pienso yo los invento; pero es que si no te tengo definitivamente te invento.
Te invento eso y un firmamento entero.
Me sigo topando una y otra vez con el transparente del vidrio. Aún no he logrado abrirlo, aún no has querido abrirlo. Me dejas acercarme pero no me dejas entrar. Está bien…
Tengo tanto y quiero darte todo, no tengo miedo solo un par de brazos abiertos completamente dispuestos. Dispuesta a regalarte el mundo entero envuelto en papel celofán y si es que este no te gusta te ayudo a construir uno nuevo. Pero de nuevo… no me dejas.
Una oportunidad por pequeña que sea… no tengo un sentimiento normal, dos niveles de locura más elevados, pasión y adrenalina en mis venas. Sonrisas y variedad de caricias; sueños y momentos sin estrenar, instantes que acaban sin empezar.
Todo y mucho más que solo espera la señal.
No puedo ni quiero negarme la oportunidad de correr el riesgo, de jugar con fuego y lentamente quemarme. Tú tal vez si pero eso no lo decidas por mí. No pido más que abras tus manos y recibas todo esto, si después llorar y sufriré entre mis lagrimas aparecerá una sonrisa.
No quiero seguir inventándote, te prefiero real. Pero todo lo grande y real comienza así: Con un sueño
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