jueves, 12 de noviembre de 2009

Preguntandole al techo si te vas a quedar

Una madrugada más donde casi me hago eterna. Con los ojos fijos al vacio, como el que llena mis manos inquietas por plasmar tu nombre con millones de letras. Millones de letras que no puedo darte.
Explorando una lista interminable de deseos pendientes, entre ellos tocarte, rayar tus canciones en un disco de vinil, acercarme un poco y abrazarte.

Pido por ti a quien quiera que me oiga, sino es la pared, más bien el techo, que me contesta esta vez, no quiere hablarme de ti y del diametro de tu pupila y sin embargo; la mariposa de tu media ausencia no ha dejado de revolotearme, como revolotean en mis intestinos las otras cuando traviesa mi conciencia te invoca.

Soñando despierta porque durmiendo me cuesta, refugiandome en el calor de mis sábanas, justo el lugar donde te sugiero quedarte. Dibujame una estrellita y te presto mi mausoleo de cristal, te convierto en metáfora, en lo dulce de la sal. Flourecente en mi oscuridad, dolor de mi ansiedad. Sin titulo, nisiquiera necesidad.

Solo enseñame que es eso que te gusta más para prestartelo y tal vez, solo así una parte de ti se decida quedar.

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