Sentada a la orilla de su cama, observó el reflejo que produce la luz de la calle cuando choca contra la puerta, las estrellas y mariposas de papel que adornan su cuarto parecían tener una leve y cálida luz intermitente.
¿Han notando que la luz de las estrellas es intermitente?
Y ahí estaba ella. En la semioscuridad, acostada en medio de la cama escuchando a Joaquin Sabina, tratando de controlar la temperatura de su cuerpo, tratando de no extrañarlo, de no necesitarlo. Mirando fijamente al techo un par de lagrimas cayeron traviesas por sus mejillas, ahí está todavía, el dolor no había terminado. Enojada consigo misma, temblorosa por la impotencia de no controlar el tiempo y el olvido; exasperada daba vueltas a la cama. Se levantó y reuniendo todas sus fuerzas bajó las escaleras y en el silencio de la noche, se refugió en el sabor de su café.
Con las ansias controladas subió de nuevo, lentamente.Preparó un ritual.
Cuando por fin logró este estado de absoluta calma en donde solo existe el maravilloso efecto hipnótico de la música y el frágil camino de las letras, comienza a viajar por su país de las maravillas; el cuál había dejado solo porque se cubrió de gris, sus colores brillantes y la luz resplandeciente se apagó. Cada espacio se llenaba de sus lagrimas, sollozos, lamentos... Cada uno de ellos vagaba errantes sin encontrar un lugar donde perderse y no volver. Todos, uno por uno, volvían a ella, una y otra vez. Era desgastante.
Al verse sola inmersa en recuerdos, cambió de canción y miedosa pero decidida caminó.
De música de fondo suena "Penny And Me", su rostro se llenaba de sonrisas propias ajenas. Seguía de pie frente al espejo examinando minuciosamente lo que quedaba de ella. Estaba perdida en su propio reflejo, tendencia vampírica, complejo de... Ya no se hallaba en aquel mausoleo de cristal que tanto le había costado construir y proteger con su propio corazón, exponiendo su integridad física y emocional. Pero ella era obstinada, apasionada, tenía todas sus esperanzas y anhelos puestos en aquel ente irradiante de una luz incandecente, estaba enamorada.
Ella lo amaba. Con todo lo que eso implica, con cada dicha y desgracia requerida. Apagó la luz de la pieza y quizás, bajo la oscuridad tangible, encontraba el rayito de sol que tanto andaba buscando. Sus esfuerzos fueron insuficientes y su fe caía en picada. Estaba exhausta de no ser ella, de fingir armas, de llorar aferrada a la almohada ¡Estaba harta de sufrir! de no soportarlo... De no disfrutarlo.
Amo esta la amOOo realmente...
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