domingo, 30 de agosto de 2009

Sin final

Estamos los dos compartiendo un espacio que quizás, desde el cielo, nos fue asignado. Hago maromas para llamar tu atención, te observo caminar por el sendero cubierto de buganvilias, el morado intenso de tu blusa combina en contraste con el azul del viento. Un medio día de marzo te acercaste a mí, desinhibida pero asustada sin preámbulos tomaste mi mano y lograste capturarme en el profundo infinito incierto de tus ojos.
En lo relativo del tiempo y lo incierto del futuro logre quererte y experimentar el profundo dolor de perderte. Solo, a la deriva, sin guarida. Una oportunidad pedía, me la negabas, rechazabas la idea de volver a encontrar tu nariz con la mía. Necesitaba perderme en mis adentros y encontrar la intención de tu olvido, de un olvido que no borraría y pretendería nunca haber sentido, simplemente un olvido que me dejara respirar sin la necesidad de extrañarte, un olvido en el que pudiera recordarte, analizarte sin tener que odiarte para dejar de amarte.
Tome un cigarrillo y al compas del humo corrían mis hormonas en busca de mis neuronas. Te encontré en un laberinto, rodeada de rosas, hermosa. Acaricie tu cabello, el olor de tu pelo… me senté junto a ti, en silencio, tu estado favorito. Deseaba tenerte cerca y susurrarte que yo se que en mi piensas, que aunque lo intentas no me dejas, porque todavía estas aquí, escondida en lo abstracto de mis pensamientos.
Aún conservo esa mirada, esa palabra, esa caricia, esa sonrisa. Tome tu lado oscuro y logre colorearlo. Tiñendo el abril en el que debajo del árbol, disfrutando del otoño casi primaveral, en el cual me dejaste indagar, investigar, mitigar ese sabor a soledad.
En el tatuaje de mis párpados encuentro consuelo para esta muerte sin sentido ¿Por que sigo esperando a que no vuelvas? ¿Por que no querio ver el tiempo correr?

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