domingo, 16 de agosto de 2009

Te lo agradezco

Sentado en la inmensidad de la habitación, cierras los ojos mientras me esperas con ansiedad, una línea de luz entre por el cerrojo de la puerta; puedes sentir mi presencia a través de los muros.
Abro lentamente la madera que nos divide, te veo ahí. Ansioso, nervioso, un intento de sonrisa se dibuja en tus labios.
Me acerco...
Mis uñas rojas por tus mejillas, sientes el olor de mi pelo, miras mis ojos y sabes por donde voy. Me voy lentamente por tu frente, vuelvo a ver tus ojos y observo el miedo; nuestras narices se topan, tu respiración es violenta. Me acerco un poco más, rozo tus labios, me abrazas fuertemente, pero te hago esperar por un beso.
Me alejo de ti, te tomo las manos y comenzamos a andar. Salimos...
Llegamos al parque y ahí parados sobre el puente vemos el agua correr, a nuestro alrededor las hojas y las flores. Me es difícil verte, la niebla es espesa y un cielo gris nos cubre, pronto comenzará a llover.
Pasamos una hora en silencio, tomados de la mano, siento este amor crecer desde mis entrañas, aunque palabra alguna no se ha pronunciado entre nosotros.
La intrigante noche ha llegado y el tiempo es perfecto para hacerte caer. Espero un poco más. Miramos hacía arriba y de aquel pálido sol solo una imponente luna llena ha quedado, el aire sopla con fuerza, sientes frío. Mi pelo baila en el cielo y el listón que lo adornaba se eleva, corres tras él.
Los minutos pasan lentamente.
Te preguntas que pasa por mi mente, te parezco fascinante, enigmática; permanezco intacta. Veo en tus pupilas el reflejo de aquel mortal que me entregó su corazón, que confió su alma en mis manos, que se perdió en el encanto de mis ojos, que no resistió el tono de mi voz.
Quiero que estemos juntos, que nos perdamos en este cielo, que compartamos cada segundo de nuestras irracionales existencias. Lo que te pido es mucho, incluso para tu amor incondicional; tengo miedo de lastimarte, de manchar tu esencia... de arruinar tu vida.
La lluvia poco a poco comienza a caer, el olor a tierra mojada nos hace reaccionar. Reímos.
Hablas lentamente como si tuvieras vergüenza del sentido de tus palabras, comprendo una a una las sílabas y te doy la razón. Me recitas tu amor como si de un poema se tratara, hablas de mi belleza, de mi inteligencia, de mi sentido del humor, tu última palabra es "Amor".
Así es, aunque es difícil, te disculpas; me dices que me amas, me parece un poco tonto pero romántico, te atrapo en un abrazo.
Sin darnos cuenta el tiempo pasó, se acerca el momento que tanto esperé. A lo lejos del parque se dibuja una torre, caminamos. No entiendes porque estamos ahí pero quieres estar conmigo así que no cuestionas, solo cierras tus ojos y te dejas llevar. Sonrió.
Comienzo por tranquilizarte con unas palabras cursis y sin gracia, pero a ti te agradan, confías en mi al grado de seguirme por el mundo sin protestar, un punto a mi favor, ya te tengo en mis manos. Soy nueva en esto y estoy asustada, no tengo idea de como hacerlo. Intento ser sutil, apasionada, clara, concreta e irresistible. Por la expresión de mis ojos sabes que algo estoy tramando, te intriga saber que pasa por mi mente, te pones nervioso y así la situación se complica, intento tranquilizarte nuevamente. Esta vez uso un par de caricias, miradas que no te atreves a rechazar.
Es el momento, te miro de arriba a abajo y te sonrío, tomo tus manos y juego con ellas; acaricio tus mejillas, tu cabeza, recorro tu espalda, quiero recordar cada uno de los detalles de tu piel. No podemos esperar más, nuestros rostros se acercan y tus cálidos labios se funden con los míos, rojos y encendidos. Despacio, suave y largo, tus manos se enredan en mi pelo, nuestros cuerpos se acercan tanto así que nos volvemos uno mismo y caemos por el abismo de la sensualidad y el enamoramiento.
No queremos separarnos pero debo actuar rápido, lo pienso dos veces y decido no darle importancia, después de todo, si las cosas terminan bien te tendré por el resto de la eternidad.
Muevo mi cabeza lentamente, abrimos los ojos y despertamos del sueño en el que caímos bajo el calor de la pasión. No hablamos. Recuesto mi cabeza en tu hombro, pongo una mano en tu cuello, la otra sujeta fuertemente tu cintura, tu solo estas ahí recibiendo las muestras de mi amor.
Respiro... me acerco lentamente, te produce cosquillas el tierno movimiento de mi nariz contra tu cuello, siento tu calor. Tu sangre clama mi nombre a gritos, mi pálida piel se altera, tu corazón suplica mi malicia y yo solo pienso en que estaré contigo. Te pido que cierres los ojos, imito tu acción; sin pensarlo un segundo más el filo de mis armas blancas en tu piel ya están incrustadas.
Tus manos desgarran mi blusa, un grito de dolor expresa tu voz, tus rodillas tiemblan. Caemos al piso.
Abrimos los ojos y todo es diferente, no puedo dejar de llorar. Me sujetas con fuerza, estas asustado, pero muy entusiasmado. Ahora con el sabor de tu sangre en mi boca doy el primer paso para repetir aquel beso, esta vez es más intenso. Inmensamente feliz en mis adentros, te lo agradezco.

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